Gordon Lish

Por un lado está la literatura, con sus tramas y personajes. Por otro lado está la ciencia y la tecnología, con sus teorías y dispositivos. Hay un lugar en el que estas dos áreas se intersectan. Llamémoslo el Espacio de las Posibilidades.

En el Espacio de las Posibilidades podemos pensar en una teoría científica, o imaginar una tecnología posible, e incluir personajes y tramas. Estos personajes, al interactuar con dispositivos tecnológicos, o enfrentarse a un concepto científico, se transforman. Y esto genera una historia.

Keith Oatley, profesor de psicología cognitiva de la Universidad de Toronto, propone que la lectura es una simulación vívida de la realidad, "una que se ejecuta en la mente de los lectores, así como las simulaciones informáticas se ejecutan en los computadores". Siguiendo con esta idea, leer una historia que está en el Espacio de las Posibilidades sería como ejecutar una simulación vívida del futuro. Y cuando simulamos estos futuros cercanos o lejanos, donde exploramos las consecuencias --positivas o negativas-- de los cambios en ciencia y la tecnología, de alguna manera estamos preparándonos para el futuro.

En 1970, Alvin Toffler habló sobre el 'shock del futuro', refiriéndose al vértigo que genera la llegada prematura del futuro. Según Toffler, si los seres humanos no aprendemos rápidamente a controlar la velocidad de cambio, estamos condenados a una crisis de adaptación masiva. En nuestro contexto se puede percibir este fenómeno: personas que evitan los celulares por miedo a ser localizados, taxistas que miran con odio a las cámaras que vigilan el tráfico, empleados mayores que se ponen nerviosos cuando tienen que usar el correo electrónico. Sin opciones para enfrentarse al shock del futuro, muchas personas encuentran como solución huir de la tecnología.

Pero existen otras formas de adaptarse al cambio. Una de ellas es simular posibles futuros.

¿Qué pasaría si pudieras extender tu vida? ¿Qué pasaría si pudieras interactuar con las personas por medio de una interfaz que lee tus pensamientos? ¿Qué pasaría si pudieras elegir los rasgos físicos y de personalidad de tus hijos? Este tipo de preguntas nos llevan a imaginar posibles escenarios con los que podemos entrenamos para adaptarnos más fácil al cambio y saber con claridad en qué futuro queremos vivir.

Todos los seres humanos tenemos esta capacidad (excepto en algunos casos clínicos de demencia semántica o amnesia). De hecho en promedio pasamos el 12% de nuestros pensamientos diarios en eventos que podrían ocurrir en el futuro (Klinger y Cox, 1987). Esta capacidad --algunos investigadores creen que es el proceso evolutivo más reciente del sistema de memoria-- se manifiesta al leer y escribir historias que están en el Espacio de las Posibilidades. Autores como Julio Verne, Robert Heinlein, Arthur C. Clarke, Isaac Asimov, Robert Heinlein, William Gibson, entre otros, son reconocidos por haber inspirado avances científicos y tecnológicos gracias al uso de la capacidad para simular el futuro.

Las simulaciones del futuro se pueden apreciar de forma individual o colectiva y en ambos casos estimulan habilidades sociales. El mencionado Dr. Oatley y el Dr. Raymond Mar, en estudios realizados en 2006 y 2009, reportaron que las personas que frecuentemente leen ficción parecen ser más hábiles para entender a otras personas, enfatizar con ellas y ver el mundo desde su perspectiva. "Las historias nos pueden ayudar a entender las complejidades de la vida social," dijo el Dr. Oatley. Por otro lado, cuando se simula el futuro de manera colectiva --en lecturas públicas, discusiones, o foros-- las ideas pueden ponerse a prueba, aceptarse, filtrarse o complementarse en grupo. De ahí que empresas como Intel, Microsoft y Google estén utilizando diseño ficción para simular el futuro de sus productos, y analizar, entre otras cosas, qué tanta aceptación tendrían los productos en la sociedad.

¿Ya sabes qué vas a hacer después de leer este artículo? ¿Y 50 años después de leerlo? ¿Y mil años después? Te dejo pensando en eso mientras cierro esta simulación.

[Texto: Hernán Ortiz]

[Imagen: Fractal'13]