KURT COBAIN, EL ESCRITOR
Artículo publicado en Generación de El Colombiano (2004)
Las Influencias
–Ese chico tiene algún problema –le dijo William S. Burroughs a su secretaria, luego de recibir la visita de Kurt Cobain en 1993–. Frunce el ceño sin ningún motivo.
Antes de eso, en Noviembre de 1992 en los Laundry Room Studios de Seattle, Kurt Cobain colaboró con William S. Burroughs (uno de sus únicos ídolos, poeta y escritor de la generación Beat) tocando la noise guitar para un cuento escrito y narrado por Burroughs titulado The Priest They Called Him, que cuenta la historia de un adicto veterano que busca drogas ilegalmente en víspera de navidad. El cuento inicia con una versión distorsionada de la canción navideña Noche de Paz, y luego el sonido pasa a ser un background de la voz de Burroughs, añadiéndose al ambiente controlado de la historia.
La afición de Cobain por Burroughs se inició desde mucho antes, cuando pasaba horas enteras en la biblioteca local de Aberdeen, Washington. Allí leyó las novelas de Burroughs y quedó enamorado de sus escritos. Cuando Katherine Turman, periodista de la revista RIP, le preguntó sobre sus gustos literarios en una entrevista realizada en 1992, Kurt Cobain dijo: “me gusta cualquier cosa que comience por B. El que más me gusta es Burroughs. También Bukowski y Beckett.”
En sus diarios, en un ensayo titulado El crítico se hace Dios, Kurt Cobain menciona al escritor Charles Bukowski: “Lo primero que hice fue quemar todos mis libros de Charles Bukowski. Saqué el papel de aluminio y lo extendí en el suelo. Rompí en mil pedazos las entrañas inmundas de la literatura–plancton y encendí una cerilla. Apagué las luces y observé las llamas…”
El ensayo continúa con burlas a las bandas de los 80 y en conjunto, es una crítica a los críticos de rock. Cobain narra la quema de los libros de Bukowski como una forma de liberación, como si para poder pensar libremente necesitara quemarlos y así evitar la tentación de abrirlos.
Pero William Burroughs fue el escritor que más influenció a Kurt Cobain. Desde 1992, Cobain quería incluirlo en sus proyectos. Le propuso participación en el video de la canción Heart Shaped Box del álbum In Utero.
En sus diarios, esbozando la idea para el video, escribió: “William y yo estamos sentados uno frente al otro en una mesa (blanca y negra). La luz cegadora entra a raudales a través de las ventanas situadas a nuestra espalda. Estamos cogidos de la mano y nos miramos a los ojos. Me manosea por detrás y cae muerto sobre mí.” Pero finalmente Burroughs rechazó la oferta.
Kurt Cobain tenía un método que le enseñó Burroughs para componer sus canciones. La técnica se llamaba cut–up, y Burroughs la aprendió de Brion Gysin (pintor y escritor) en el hotel Beat de París, donde a finales de 1950 y principios de 1960 se hospedaban artistas y escritores Beat como Allen Ginsberg, Peter Orlovsky, Ian Sommerville y Gregory Corso. En este mismo hotel, Burroughs finalizó su más aclamada novela Naked Lunch y experimentó la Dream Machine con Gysin, unas grabaciones de audio y juegos de luces para inducir estados alterados de conciencia.
Pronto esta técnica de escritura –que consiste en cortar un texto en varias partes, reensamblarlas aleatoriamente y notar cambios de significado, líneas de tiempo y narrativas– se convirtió en la fuente de inspiración de músicos como David Bowie, Gary Newman y Bono de U2.
Sobre la composición de sus letras, Kurt Cobain escribió en sus diarios:
“Mis letras son un gran montón de contradicciones. Se dividen a partes iguales entre opiniones y sentimientos sumamente sinceros y refutaciones sarcásticas y humorísticas, espero, hacia los estereotipados ideales bohemios desfasados desde hace años… En fin, a mi me gusta ser apasionado y sincero, pero también me gusta divertirme y hacerme el tonto”.
Los escritos
Entre 1988 y 1994, Kurt Cobain escribió una serie de pensamientos, cartas, poemas y ensayos, donde expuso sus ideologías antimaterialistas y anticonsumistas, la incapacidad para lidiar con la fama, y los problemas de adicción a las drogas. La imagen de Kurt Cobain como vocalista y guitarrista de Nirvana, como el músico más influyente de los 90, o como el famoso rockero suicida, trasciende con la publicación de sus diarios. Antes de que la editorial Penguin Putnam los publicara en el 2002 (y Random House Mondadori en el 2003 para la edición en castellano), no se conocían sus dotes de escritor, su capacidad descriptiva con tonos nihilistas, su idolatría por William Burroughs y la composición de una extraña opera punk rock que no evolucionó de su borrador.
No hay días ni horas. En los diarios de Kurt Cobain no hay fechas. Sólo un rango de años que transcurre entre 1988 y 1994. Al abrir el diario, desde la primera línea, Kurt advierte que no los lean en su ausencia. Ingeniosos los editores. Saben cómo atrapar a un lector. Incluso si no eres fan, la sensación vouyerista te atrapa. Respetar a Kurt y su privacidad es lo adecuado, pero si no quería que leyeran sus escritos, debió haberlos quemado antes de matarse. Su primer poema empieza con la palabra INCERTIDUMBRE. Su caligrafía es definida e inclinada hacia la derecha. Según la grafología, eso significa entusiasmo. El escrito tiene muy pocos tachones. Un lenguaje fluido que describe el acto de abrir los ojos con dificultad. En otro escrito, Kurt hace un testimonio directo al estilo Hunter Thompson sobre una estudiante en el instituto Lakeside de Aberdeen que, según los demás, era retrasada porque nunca hablaba. Kurt no pudo volver a clase durante una semana por una fallida experiencia sexual que tuvo con esta “retrasada”:
“Dio la casualidad que aquel mes supuso el epítome del maltrato psicológico que sufría por parte de mi madre… Lo cierto es que disfrutaba haciendo actos de rebeldía como robar priva, romper escaparates, enzarzarme en peleas por primera vez, etc. Y todo daba igual. En cuestión de un mes decidí que ya no me sentaría en el tejado a pensar en saltar, sino que directamente me suicidaría. Y no iba a irme de este mundo sin saber lo que era acostarse con alguien…”
En el borrador para una opera punk rock, fruto de una sesión cut-up, Kurt describe a Puto Toro, un personaje que se imagina a unos drogadictos destruyendo una iglesia sin techo atiborrada de velas, y la Virgen María enganchada por la espalda con un gancho de carnicería, envuelta en tela metálica, con una “A” incompleta del símbolo de anarquía pintada con espray en su túnica. Esa escena de nihilismo punk se repite obsesivamente en sus escritos: la destrucción como una manera de catarsis y rebelión. En las ideas para el video de Smells Like Teen Spirit, Kurt escribe: “…saldremos caminando por un centro comercial, lanzando miles de dólares al aire mientras los asiduos de los centros comerciales se pelean como buitres para recoger todos los que les caben en las manos. Luego entramos en una joyería y la destrozamos con una violencia punk rock fruto de un sentimiento antimaterialista. Después acudimos a una asamblea de instituto y las animadoras llevan la “A” de anarquía en las camisetas…”
Otra de las obsesiones de Kurt Cobain, aparte de fetos, espermatozoides, abortos y pistolas, es la imagen de un Jesús misterioso, anciano y crucificado, con cuervos picoteándole el rostro, como se puede ver en el video de la canción Heart Shaped Box del álbum In Utero y en dibujos y escritos de sus diarios: “un anciano ajado, de aspecto interesante, en una cruz con cuervos negros posados en los brazos, picoteándole el rostro: espantapájaros / Jesús”.
Y tal vez, la obsesión más notable en sus escritos sean las drogas. Igual que su ídolo Burroughs, Kurt quería explorar distintas sustancias psicoactivas, sobretodo la heroína, para aliviar un fuerte dolor estomacal del que los médicos no tenían conocimiento; un dolor que lo había hecho pensar constantemente en el suicidio: “Me he sometido a 10 intervenciones distintas en las zonas gastrointestinales superiores e inferiores que han revelado una inflamación brutal en el mismo punto. He consultado 15 médicos distintos y he probado una cincuentena de medicamentos para la úlcera. Había muchas veces que me veía literalmente en la cama, incapacitado y muriéndome de hambre, Y llegué a la conclusión de que bien podría ser un yonqui si ya me sentía como tal”.
A medida que avanzan las páginas de sus diarios, se nota una escritura más seria y centrada, más orientada al ensayo. En los escritos durante la gira Europea de Nirvana, de febrero a marzo de 1994 (realizados en el Hotel Villa Magna de Madrid), Cobain analiza su problema con las drogas como una enfermedad adictiva de la que le es muy difícil salir, relacionando la adicción con el tiempo, y llegando a la conclusión de que una sola inyección de heroína te puede dejar enganchado de por vida: “Todos los drogadictos que he conocido llevaban por lo menos 5 años luchando contra la droga, una lucha que en la mayoría de los casos se prolonga de 15 a 20 años, hasta que al final no les queda más remedio que convertirse en un esclavo de otra droga que es casi como una religión, los llamados programas de desintoxicación de 12 pasos. Si a ti te funciona, hazlo. Si tienes un ego demasiado grande, empieza por el principio y busca ayuda psicológica de verdad. En ambos casos, te quedan por delante un mínimo de 5 a 10 años de ardua lucha”.
En uno de sus últimos escritos, registrado en el hotel Excelsior de Roma el 3 de marzo (un día antes de intentar suicidarse), la caligrafía de Kurt es desaliñada, las curvas bruscas, y los cambios de tamaño en las letras delatan un estado interno conflictivo. Kurt ha pasado más tiempo en hoteles, viendo restos televisivos, que socializando. Escribe una crítica irónica contra la televisión, los actores, el show de Larry King. Y al día siguiente, entra en estado de coma por una sobredosis. Al recuperarse, no hubo escritos después de su salida del hospital de Roma. La frase: “Me odio y me quiero morir”, que reiteraba como un mantra en sus últimos escritos, siguió en su cabeza hasta el 8 de abril de 1994, el día en el que se anunció que Kurt Cobain, el músico más influyente de su generación, se había pegado un tiro en la cabeza.
[Texto: Hernán Ortiz]
[Fotos: Vivi Trujillo]